16.12.08

REGRESOS DESDE EL ESPEJISMO


Regresamos de una tierra seca y árida, que no da frutos ni vergeles. Los paisajes son llanuras sin límite que dibujan agua en el horizonte y en algunos momentos se tornan montañas que, alguna vez, estarían pobladas por flores. Retornamos por un camino donde no hay dirección y como dijo el poeta, se hace camino al andar.
En aquel lugar al que un día llegamos con carteles de bienvenida, como si estuviese acostumbrado a ser el anfitrión de muchas visitas, esperaban días de cercanía y distancia, de vislumbrar toda una historia prendida con pinzas en algún rincón olvidado de la Historia, de entender cómo con poco se pueden crear grandes cosas, porque lo único necesario es creer en uno mismo y allá la inspiración se brinda sola.
Una vez caminando por uno de esos senderos sin tregua, se apareció un diminuto ser vestido con traje azul y turbante, él sin embargo sabía que marchaba hacia un lugar llamado Aaiún. Tranquilamente, como si no existiese el concepto de tiempo, sirvió un té tras otro que emanaba de sus propios dedos, uno era amargo como la vida, otro suave como el amor y el último, dulce como la muerte. Allí hubo muertes decía, tantas como piedras en el camino. Hace años que se luchó por una palabra tan bonita como ilusoria, la LibertaD, que fue cercada por pedazos de metal enterrado como trampas, que al pisar estalla salpicando fuego y fundiendo vida.
El diminuto ser continuaba no obstante ese camino, pero se paraba tantas veces como pasos daba debido a una fuerza mayor que reprimía sus ganas de alcanzar aquel lugar llamado Aaiún. Esa fuerza, narraba, era también de color azul y estaba provista de todo un ejército con coches blancos y letras negras que una vez, hacía ya mucho, mucho tiempo, había prometido derribar las barreras que impedían llegar al mar, donde se encontraba el país del diminuto ser que no cesaba de andar como en una cinta de ejercicio.
Aquel lugar fue visitado por mentes creadoras de colores y formas, mentes de personas de otros mundos, donde la LibertaD alcanza una magnitud mucho más amplia, aunque tampoco colma el concepto. Esas personas se sintieron afortunadas, por columpiarse entre la L y la D y por descubrir que los que no tienen columpio eran capaces de ofrecerles todo lo demás. Muchos pensaron que quizá con esfuerzo y ganas podrían comenzar a unir piezas para ayudar a fabricar columpios a todos aquellos amigos y demostrar al mundo que, aunque la fuerza de color azul jugaba a olvidarse y a conseguir que con el olvido las ganas de columpiarse cedieran, aquel lugar podría sentir el suave balanceo entre L y D, en un movimiento tan suave como eufórico, que parte del desierto y termina en el mar, una y otra vez, una y otra vez.
Pero el grupo de pinceles y colores, de miradas nuevas y extranjeras, se marchó en su columpio que llevó a cada uno a su hogar de un simple empujón, despoblando el rincón que ahora deseaba buen viaje y albergaría las formas dejadas por los visitantes.
Allí se quedó el diminuto ser, pensando mientras el té emanaba de sus dedos, marchando una y otra vez sin cansarse a pesar de hacer infinitas veces el mismo recorrido sin poder avanzar. Lanzó miles de papeles al aire, papeles que decían: “marchar no es llegar a ningún sitio, hay que caminar siempre hacia delante y si de verdad existe un motor dentro de ti, no dejes que se pare, no creas que lejos estás a salvo, porque todo continua sucediendo aunque tú no me veas ahora, aunque tú me hayas olvidado”.
Hoy mismo he recibido noticias del diminuto ser de traje azul y turbante, me cuenta que ha jugado con su camello y tomado el té en el camino de piedras hacia el Aaiún, que confía en todos los que por allí pasamos porque, a pesar de su larga experiencia sabe que entre las piedras dibujadas, muchos han sembrado la intención de hacer visible el sendero y luchar hasta la victoria, siempre.

7 comentarios:

Blogger Jacobo Muñiz ha dicho...

Qué bonito, Tereto.

8:38 a. m.  
Blogger kungüimi ha dicho...

gracias ñaño, el dibujo si que es precioso

12:05 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

que bonito coma! el cuento mas lindoq ue he leido en mucho tiempo!! ... el primero amargo como la vida, el segundo suave como el amor y el último, dulce como la muerte... quien pudiera cerrar los ojos y cuando los abrieras estar otra vez alli con ellos...por un SAHARA LIBRE

1:04 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Lo que sale del alma siempre es fuerte y cala hondo. Aún no nos convencemos de que existe algo que no es grande ni pequeño, bello ni ingrato, tan solo ES y al ser, goza de algo más válido que el oro que es la autenticidad que le da esa personalidad por la que se define. Esta historia ha salido del alma que antes la amó para engendrarla.Es pura ternura.

4:48 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Es como viajar sobre las montañas!


hermoso

11:05 p. m.  
Blogger maría ortega estepa .· * ha dicho...

qué dibujo más maravilloso, tienes aquellos colores, aquella luz, aquella magia..

ya andas por mi blog paraíso.
Un besito Teresa!

10:08 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Es precioso y ¡que bien narrado!ESTILAZO.

1:16 p. m.  

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